Se me llena la boca, estos días, en clase, de la palabra realidad. ¿Sólo de la palabra? ¿o también del concepto? Habrá que ir viendo. Hemos comenzado a tratar la segunda mitad del siglo XIX y todo se ha vuelto más práctico, más utilitario, más positivo, más racional. Hemos llegado al Realismo.
Diría, al revés de la típica expresión, que de aquellos polvos de Larra, estos lodos de Galdós o Clarín. Ya lo anticipaba el malogrado y pobrecito hablador en sus artículos de costumbres cuando ponía su aguda vista en lo que sucedía a su alrededor, cuando horadaba el espíritu de los españoles con tanta mediocridad, retratada en sus páginas; cuando, impotente, asistía al triste y miserable espectáculo de no ser como los franceses (a quienes tanto admiró) tan diligentes ellos. En resumidas, que ya Don Mariano José hablaba de la realidad sin máscaras (y no con el maquillaje de Estébanez o Mesonero) antes de que se le pasase por la cabeza una idea y una bala.
Por descontado que ese realismo del que hablamos ya es herencia encontrada por nuestros autores en el testamento de novelas, poemas y teatro de los siglos pasados: ¿quién duda de la verosimilitud de los mapas del Cantar de Mio Çid? ¿quién no se cree que las alcahuetas gobernaban como lo consigue la Celestina? ¿Acaso hay alguien que pone en tela de juicio que los infinitos Lázaros de Tormes hurtaran o engañaran? Todo vuelve a beber de las mismas fuentes. Nos volvemos a bañar en el mismo río y a meter en el mismo lío. La morcilla se repite, nos lo recuerda nuestro Ángel González, como la sangre de las guerras, sí. Volvemos a secundar la inclinación humana de ser espejos (ahora no deformantes), de copiar con ánimos, de salir a robar al paisaje. Quizás esté todo en el depende de para qué.
Y hay una cosa clara, salir en la foto es entrar en esa cajita oscura, en esa décima de segundo en que se abre el ojo, para quedarse impregnado eternamente mientras dure el papel revelado. Todo lo que venga detrás: manipulación, retoques, clonación, etc, sobra en el decorado. La Realidad, con mayúscula, está servida.